Alberto Rodríguez Saá se va con cuatro derrotas electorales y deja la provincia fundida
El ciclo del gobernador saliente ya tenía un final cantado, pero la obstinación lo hizo enarbolar inútilmente un segundo puesto para estirar una vigencia a la que los sanluiseños este domingo no hicieron más que certificar que ya le habían puesto fecha de vencimiento el 11-J.
Alberto Rodríguez Saá es más que un político derrotado. No solo porque perdió cuatro elecciones en cinco meses (la gobernación, PASO, 22 de octubre y balotaje) en su terruño, sino porque todas sus políticas más importantes fracasaron y fueron lesivas para la provincia. Al inventario hay que adosarle los dos turnos de 2021.
Un récord que solo él pudo darse el lujo en un partido que no admite jefes perdedores.
El último rebusque de Alberto Rodríguez Saá en el ocaso fue vender reveses como éxitos. Al segundo puesto del ministro de Economía de la inflación del 142% y candidato del Frente K, Sergio Massa lo presentó como un triunfo. Se aferró a “ventajita”, paseó al candidato a vice, Agustín Rossi por San Luis y no quiso compartir con nadie el escenario del cierre de campaña; fueron los últimos manotazos de una sucesión de actos fallidos para apoderarse de un puñado de reparticiones nacionales como guarida para los suyos.
Cada vez que en el último bienio los puntanos fueron a las urnas le dijeron que no compraban más espejitos de colores.
El gobernador saliente es el jefe de un proyecto político que hundió a San Luis.
Construyó victorias que no existieron, inventó para él y su casta insaciable triunfos que nunca sucedieron.
Se abrazó a la vicepresidenta y se kirchnerizó. Fue un soldado K vergonzante tierra adentro, y recién dejó de renegar de la fe cristinista ante los sanluiseños cuando ya no tuvo otra opción.
Su era fue una catástrofe para San Luis.
Había recibido en diciembre de 2015 un Gobierno en funcionamiento. A dos meses de asumir en febrero pudo dar un aumento de sueldos del 40% a los estatales y darse el gusto poco después de gastar 100 millones de dólares en La Pedrera.
En los largos ocho años fue encadenando excentricidades.
Hoy tenemos una provincia estaqueada que ha sido presa de un Gobierno depredador.
No hay ningún indicador del que podamos enorgullecernos.
Pobreza, indigencia y desocupación (camuflada en los planes sociales) están en grado de emergencia.
El nuevo Gobierno diagnosticó que la Provincia está fundida.
Alberto Rodríguez Saá se quedó sin relato y sin votos.
Terminó una época.
Viene un nuevo tiempo.